Un espacio para la comunicación, el descubrimiento, la apertura de la conciencia global, el despertar y el crecimiento...
jueves, 26 de junio de 2014
“Mas que los genes, son nuestras creencias lo que controla nuestras vidas.
La biología de la creencia es una serie de procesos sencillos que te permiten cambiar tus creencias y percepciones que impactan tu vida al nivel celular.”
Dr. Bruce H. Lipton
PSYCH-K® es una herramienta que facilita el descubrimiento de nuestras creencias subconscientes, y nos aporta técnicas sencillas, eficaces y fáciles de aprender para cambiarlas.
Aprende el método PSYCH-K®
...la aplicación del "secreto" de la "ley de manifestación".
La clave para manifestar la vida que queremos es entender que atraemos el resultado de lo que deseamos conscientemente, MÁS nuestras creencias subconscientes. Mucha gente no se da cuenta de que lo que manifestamos incluye lo que llevamos dentro del subconsciente. Y cuando lo que pretendemos manifestar no resulta, creemos que "la ley " no funciona. Sí que funciona, lo que pasa es
que no hemos tomado en cuenta que nuestro resultado refleja e incluye patrones de nuestro subconsciente.
Para manifestar, hay que alinear las creencias y el poder del subconsciente con nuestros deseos. Cuando existe un conflicto entre los dos, "ganan" las creencias desconocidas que funcionan por debajo, "sub" nuestro conocimiento. La mente subconsciente tiene la capacidad de procesar un millón de veces más que la mente consciente, y es la parte que controla el funcionamiento del cuerpohttps://www.facebook.com/327887030590641/photos/a.331000990279245.72941.327887030590641/711832128862794/?type=1&theater
sábado, 21 de junio de 2014
jueves, 19 de junio de 2014
miércoles, 18 de junio de 2014
Las peculiaridades de las personas propensas al éxito
Desde Rockefeller a Allen Ginsberg, pasando por Bill Gates o Kiyosaki. Todos tienen algo en común: el éxito. Seguro estarás pensando el por qué de esa “suerte”. Es bueno saber que no se trata para nada de algo azaroso, sino que se debe a diversas cuestiones, como por ejemplo, estar rodeado de personas útiles, ser muy inteligentes, contar con buenas conexiones, ser enérgicos, abiertos o positivos.
Su éxito también puede desarrollarse por otros factores, que tal vez son innatos de esas personas o bien, que han podido mejorarlos o incorporarlos a su rutina con el tiempo. La buena noticia es que cualquiera puede ser exitoso si se lo propone, no hace falta ser tocado por una “varita mágica” o haber nacido en “cuna de oro”.
¿Qué hacen los que consiguen el éxito?
Si quieres ser exitoso en tu trabajo, en tu carrera, en tu emprendimiento o en cualquier otro aspecto de tu vida, no dudes en poner en práctica los siguientes consejos, que son simplemente una guía para mejorar en tu día a día.
-Toma decisiones y entra en acción: no te quedes esperando que las cosas “caigan del cielo” (lo único que hace eso es la lluvia), por más de que pienses que vas a equivocarte, es preferible a quedar de brazos cruzados sin hacer nada. Es mejor errar por hacer que por no hacer. No importa si es una decisión buena o mala, es una decisión al fin y al cabo.
-Haz cosas aunque no quieras: seguramente para conseguir el éxito deberás dejar de lado muchas cosas, como ser tiempo libre para estar con tu familia, un empleo “seguro” en una empresa, días de vacaciones, horas de sueño, etc. Puede que haya muchas cosas que debas cumplir aunque no te guste demasiado, pero igualmente las llevarás a cabo porque traen un beneficio adicional y es un paso más hacia el tan ansiado éxito. No evites hacer por miedo, pereza, incertidumbre, todo es para un objetivo mayor.
-Identifica y realiza cuál es la tarea más productiva: una persona exitosa puede saber qué actividad es la más importante o destacada para un proyecto determinado, la que le brindará mejores beneficios, la que le permitirá conseguir ese cliente, etc. En lugar de hacer muchas cosas pequeñas, puedes optar por una grande que “equilibre”. Mejora tu enfoque todo el tiempo.
-Realiza una cosa por vez: las multitareas no son para nada eficaces para una persona exitosa. Enfoca tu atención en una actividad por vez, para que tu mente y tu cuerpo la puedan finalizar como corresponde. Si estás pensando en diez cosas diferentes al mismo tiempo, es imposible que alguna de ellas te salga bien. Y no caigas en otro error muy frecuente: hacer algo mientras piensas en lo que sigue o tienes que resolver después.
-Ten siempre una actitud positiva: esto te permite abrir muchas puertas (y hasta ventanas) donde no esperabas, así como también facilitar las soluciones y oportunidades. No quiere decir que no veas los obstáculos, pero si que te enfoques en cómo mejorar o responder a una situación en particular de la mejor manera posible. Ver el medio vaso lleno en los negocios es también aprender de los fracasos, saber que todo es una enseñanza y que de esa manera, no caerás otra vez en el mismo error. Además, los pesimistas nunca son exitosos.
-Encuentra una determinación para tu vida (ya sea personal o profesional): así estarás siempre motivado y con más ganas de seguir adelante. Si tu objetivo es tener una empresa con 500 empleados, piensa en ella a diario, trabaja para conseguirlo, derriba todas las barreras que aparecen ante ti. Sé como el caballo que sigue fielmente la zanahoria en una carrera, no te desvíes del camino.
-Ten una mente abierta: es preciso que estés dispuesto a aprender y a estudiar para ser exitoso. Intenta siempre evolucionar, conoce otras maneras de ver las cosas, pregunta, consulta, pide consejos. De todo se puede conseguir una enseñanza, hasta de lo que menos esperas.
Por : Yamila Papa, Jun 15 2014
jueves, 12 de junio de 2014
REPROGRAMA TU MENTE PARA SANAR TU CUERPO
Demostrar científicamente que la mente puede producir cambios efectivos y a corto plazo en el cuerpo es algo difícil de probar: los estudios estadísticos o fisiológicos que traten de demostrar alguna correlación entre las creencias de una persona y su estado de salud tienen muchos prejuicios que dejar atrás. Sin embargo, hay algunos miembros de la comunidad científica que están dispuestos a considerar explicaciones alternativas para el tratamiento y la curación de enfermedades (y no sólo cáncer o VIH sino, incluso, depresión y estrés en general) con tal de disminuir el sufrimiento de la gente. He aquí algunos ejemplos:
1. Creer es crear
“Yo hablo con mis píldoras”, afirma Dan Moerman, antropólogo de la Universidad de Michigan-Dearborn; “Les digo: Vamos, chicas, sé que harán un trabajo magnífico.”
El efecto placebo es parte de casi cualquier documentación seria sobre los efectos de una droga. ¿Pero qué pasaría si este efecto no fuera producto de un discurso externo sino de una creencia interna, subjetiva? Creer en el tratamiento que utilizas, no importa si es médico o de otro tipo, crea a su vez las condiciones para que el cuerpo lo reciba. Este efecto se ha comprobado en casos de depresión, Parkinson, osteoartritis y esclerosis múltiple.
El efecto placebo no es una sugestión selectiva, sino simplemente mantener una “actitud curativa”: creer que te estás curando puede liberar analgésicos naturales y alterar patrones neuronales negativos enseñándolos a tranquilizarse, disminuyendo la presión sanguínea y activando la respuesta del sistema inmunológico.
2. Piensa positivo
Sabemos que el optimismo es algo que nuestros tiempos cínicos y desencantados de todo pasan por alto muchas veces; el problema (o la solución, según el punto de vista) es que ser realista puede ser malo para la salud.
Los optimistas se recuperan mejor de operaciones clínicas del corazón, tienen un mejor sistema inmunológico y viven más. Es por eso que los médicos recomiendan algún tipo de terapia psicológica a pacientes con cáncer, pues la actitud del paciente respecto al tratamiento puede mejorar considerablemente sus probabilidades de sanar.
Pensar positivo no solamente te relaja y reduce el estrés, sino que el cuerpo podría beneficiarse de ese optimismo. Una buena actitud disminuye el nivel de cortisol, la hormona del estrés, además de reducir la susceptibilidad a nuevas enfermedades. Básicamente, si piensas positivo, estás autorizando a tu cuerpo para curarse a sí mismo.
3. Confía en la gente
Cuando hablamos de actitud positiva no lo hacemos solamente en lo referente a ti mismo, sino también en tu trato con los demás. Resulta que la soledad (o la percepción de soledad) incrementa el riesgo de sufrir ataques cardiacos, demencia y depresión. Por otro lado, la gente que está contenta con su vida social tiende a dormir mejor, envejece más lentamente y responde mejor a las vacunas. Médicos como John Cacioppo, de la Universidad de Chicago, afirman que curar la soledad es tan bueno para la salud como dejar de fumar.
Cacioppo ha dedicado muchos años a estudiar los efectos de la soledad en las personas. Su descubrimiento puede reducirse a que la gente que tiene vidas sociales cálidas y relaciones significativas se enferma menos y vive más; esto se explica porque la gente que está en contacto con otras personas tiende a cuidar más de sí misma, mientras los solitarios crónicos se olvidan de sí.
Cacioppo cree que cuando nos encontramos aislados por mucho tiempo (o si nuestro estilo de vida es de considerable aislamiento), nuestro sistema nervioso se comporta como si estuviera herido, activándose para curar heridas y luchar contra infecciones que no existen. Paradójicamente, aunque el contacto con otras personas pudiera hacernos susceptibles al contagio de bacterias, nuestro sistema inmune aprende a activarse con más velocidad si tenemos una vida social rica, tal vez porque sabe que estamos más expuestos a contraer enfermedades en compañía de otros.
Un detalle interesante es que no importa cuántos contactos tengas en Facebook sino cómo te percibes a ti mismo(a): la gente solitaria no vive en la punta de una montaña o en medio del bosque, sino que se siente solitaria por ver al resto de la gente como una amenaza potencial. Un estudio de 2010 afirma que atacar esa actitud de soledad percibida puede ser más útil para la gente sola que, digamos, invitarlos a una fiesta o enseñarles habilidades de socialización.
4. Medita
Monjes de todas las religiones han dedicado gran parte de su vida a meditar y existe evidencia de que esta práctica ayuda a mejorar la respuesta del sistema inmune, protege contra las recaídas en la depresión, disminuye la velocidad del avance del VIH e incluso suaviza la piel, debido a una mejor oxigenación del cuerpo.
La gente que medita tiene niveles más bajos de cortisol y lidia mejor con el estrés, debido probablemente a los cambios que experimentan en la amígdala, el área del cerebro que procesa el miedo y la respuesta a las amenazas. De hecho, la meditación trascendental puede ayudar a revertir el estrés postraumático en refugiados de guerra.
Pero si crees que tu vida es demasiado ocupada y complicada como para irte tres meses a un Vipassana, algunos médicos creen que la intención puede generar más milagros que un costoso retiro en las montañas: dedicar unos minutos a meditar en medio de tus ocupaciones puede tener efectos estructurales en el cerebro incluso 11 horas después de practicar.
5. Autohipnosis
Peter Whorwell es un médico de la Universidad de Manchester que ha tratado toda su vida de construir un cuerpo de evidencia suficientemente relevante para que se admita la hipnosis como diagnóstico en el caso de pacientes con inflamación en el recubrimiento intestinal. El método de Whorwell es poco ortodoxo, pero parece funcionar.
Primero crea una imagen mental del funcionamiento de los intestinos que sus pacientes puedan comprender, y luego los hace utilizar sensaciones visuales o táctiles (como el calor o la sensación sinestéstica del propio cuerpo) para imaginar cómo sería el funcionamiento “normal” o sano del cuerpo. Según Whorwell, quien entró a estudiar hipnosis debido a que muchos de sus pacientes se veían decepcionados por la profesión médica, esta imagen de la salud parece producir la salud misma. Su trabajo ha hecho que el síndrome de inflamación en el recubrimiento intestinal sea la única enfermedad para la que el Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica de Gran Bretaña prescribe la hipnosis.
El problema de la credibilidad de la hipnosis es que nadie sabe cómo funciona -por otro lado, muchos de nosotros no sabemos cómo funciona un automóvil o una computadora por dentro, pero aún así somos capaces de usarlos-. En realidad, la única razón de peso para no experimentar algún tipo de opción que pudiera mejorar tu salud es no creer en ella. Un segundo problema de la hipnosis es que la falta de evidencias científicas de sus métodos y logros hace difícil regular la profesión, por lo que encontrar un buen hipnotista puede ser una fuente de estrés en sí misma…
6. Conoce tu propósito
Conocer el propósito de nuestra vida y vivirla de acuerdo a él puede ser una experiencia equivalente a volver a nacer. Viktor Frankl probablemente sea uno de los sobrevivientes de un campo de concentración más famosos de la Segunda Guerra Mundial; en su libro El hombre en busca de sentido, Frankl detalla cómo aquellos prisioneros que tenían algo por qué vivir podían mantener la buena actitud y soportar sufrimientos atroces, mientras los que se dan por vencidos frente a las circunstancias tienen más probabilidades de ser derrotados por ellas. Primo Levi, otro famoso sobreviviente de un campo de concentración, afirmó algo similar en Si esto es un hombre.
Según los médicos, en un estudio con 50 pacientes de cáncer en estado avanzado, aquellos con mayor “fe espiritual” respondieron mejor a la quimioterapia y vivieron por más tiempo. De los primeros, más de 40% estaban aún vivos luego de tres años, en comparación con menos del 10% de los que vivían con “poca fe”.
Mucha gente encuentra un “propósito” en la religión: rezar y asistir a la iglesia es algo que, en sí mismo, puede hacer sentir mejor a la gente. Esto puede deberse a la intervención divina o al efecto placebo; en cualquier caso, las emociones positivas asociadas a la espiritualidad promueven respuestas fisiológicas positivas. “Mente sana en cuerpo sano” puede no ser un vago eslógan de gimnasio, sino la relación fructífera y sana entre elementos del ser que, en realidad, están separados artificialmente por el pensamiento dicotómico pero son inseparables uno de otro.
Por Jo Marchant.
Demostrar científicamente que la mente puede producir cambios efectivos y a corto plazo en el cuerpo es algo difícil de probar: los estudios estadísticos o fisiológicos que traten de demostrar alguna correlación entre las creencias de una persona y su estado de salud tienen muchos prejuicios que dejar atrás. Sin embargo, hay algunos miembros de la comunidad científica que están dispuestos a considerar explicaciones alternativas para el tratamiento y la curación de enfermedades (y no sólo cáncer o VIH sino, incluso, depresión y estrés en general) con tal de disminuir el sufrimiento de la gente. He aquí algunos ejemplos:
1. Creer es crear
“Yo hablo con mis píldoras”, afirma Dan Moerman, antropólogo de la Universidad de Michigan-Dearborn; “Les digo: Vamos, chicas, sé que harán un trabajo magnífico.”
El efecto placebo es parte de casi cualquier documentación seria sobre los efectos de una droga. ¿Pero qué pasaría si este efecto no fuera producto de un discurso externo sino de una creencia interna, subjetiva? Creer en el tratamiento que utilizas, no importa si es médico o de otro tipo, crea a su vez las condiciones para que el cuerpo lo reciba. Este efecto se ha comprobado en casos de depresión, Parkinson, osteoartritis y esclerosis múltiple.
El efecto placebo no es una sugestión selectiva, sino simplemente mantener una “actitud curativa”: creer que te estás curando puede liberar analgésicos naturales y alterar patrones neuronales negativos enseñándolos a tranquilizarse, disminuyendo la presión sanguínea y activando la respuesta del sistema inmunológico.
2. Piensa positivo
Sabemos que el optimismo es algo que nuestros tiempos cínicos y desencantados de todo pasan por alto muchas veces; el problema (o la solución, según el punto de vista) es que ser realista puede ser malo para la salud.
Los optimistas se recuperan mejor de operaciones clínicas del corazón, tienen un mejor sistema inmunológico y viven más. Es por eso que los médicos recomiendan algún tipo de terapia psicológica a pacientes con cáncer, pues la actitud del paciente respecto al tratamiento puede mejorar considerablemente sus probabilidades de sanar.
Pensar positivo no solamente te relaja y reduce el estrés, sino que el cuerpo podría beneficiarse de ese optimismo. Una buena actitud disminuye el nivel de cortisol, la hormona del estrés, además de reducir la susceptibilidad a nuevas enfermedades. Básicamente, si piensas positivo, estás autorizando a tu cuerpo para curarse a sí mismo.
3. Confía en la gente
Cuando hablamos de actitud positiva no lo hacemos solamente en lo referente a ti mismo, sino también en tu trato con los demás. Resulta que la soledad (o la percepción de soledad) incrementa el riesgo de sufrir ataques cardiacos, demencia y depresión. Por otro lado, la gente que está contenta con su vida social tiende a dormir mejor, envejece más lentamente y responde mejor a las vacunas. Médicos como John Cacioppo, de la Universidad de Chicago, afirman que curar la soledad es tan bueno para la salud como dejar de fumar.
Cacioppo ha dedicado muchos años a estudiar los efectos de la soledad en las personas. Su descubrimiento puede reducirse a que la gente que tiene vidas sociales cálidas y relaciones significativas se enferma menos y vive más; esto se explica porque la gente que está en contacto con otras personas tiende a cuidar más de sí misma, mientras los solitarios crónicos se olvidan de sí.
Cacioppo cree que cuando nos encontramos aislados por mucho tiempo (o si nuestro estilo de vida es de considerable aislamiento), nuestro sistema nervioso se comporta como si estuviera herido, activándose para curar heridas y luchar contra infecciones que no existen. Paradójicamente, aunque el contacto con otras personas pudiera hacernos susceptibles al contagio de bacterias, nuestro sistema inmune aprende a activarse con más velocidad si tenemos una vida social rica, tal vez porque sabe que estamos más expuestos a contraer enfermedades en compañía de otros.
Un detalle interesante es que no importa cuántos contactos tengas en Facebook sino cómo te percibes a ti mismo(a): la gente solitaria no vive en la punta de una montaña o en medio del bosque, sino que se siente solitaria por ver al resto de la gente como una amenaza potencial. Un estudio de 2010 afirma que atacar esa actitud de soledad percibida puede ser más útil para la gente sola que, digamos, invitarlos a una fiesta o enseñarles habilidades de socialización.
4. Medita
Monjes de todas las religiones han dedicado gran parte de su vida a meditar y existe evidencia de que esta práctica ayuda a mejorar la respuesta del sistema inmune, protege contra las recaídas en la depresión, disminuye la velocidad del avance del VIH e incluso suaviza la piel, debido a una mejor oxigenación del cuerpo.
La gente que medita tiene niveles más bajos de cortisol y lidia mejor con el estrés, debido probablemente a los cambios que experimentan en la amígdala, el área del cerebro que procesa el miedo y la respuesta a las amenazas. De hecho, la meditación trascendental puede ayudar a revertir el estrés postraumático en refugiados de guerra.
Pero si crees que tu vida es demasiado ocupada y complicada como para irte tres meses a un Vipassana, algunos médicos creen que la intención puede generar más milagros que un costoso retiro en las montañas: dedicar unos minutos a meditar en medio de tus ocupaciones puede tener efectos estructurales en el cerebro incluso 11 horas después de practicar.
5. Autohipnosis
Peter Whorwell es un médico de la Universidad de Manchester que ha tratado toda su vida de construir un cuerpo de evidencia suficientemente relevante para que se admita la hipnosis como diagnóstico en el caso de pacientes con inflamación en el recubrimiento intestinal. El método de Whorwell es poco ortodoxo, pero parece funcionar.
Primero crea una imagen mental del funcionamiento de los intestinos que sus pacientes puedan comprender, y luego los hace utilizar sensaciones visuales o táctiles (como el calor o la sensación sinestéstica del propio cuerpo) para imaginar cómo sería el funcionamiento “normal” o sano del cuerpo. Según Whorwell, quien entró a estudiar hipnosis debido a que muchos de sus pacientes se veían decepcionados por la profesión médica, esta imagen de la salud parece producir la salud misma. Su trabajo ha hecho que el síndrome de inflamación en el recubrimiento intestinal sea la única enfermedad para la que el Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica de Gran Bretaña prescribe la hipnosis.
El problema de la credibilidad de la hipnosis es que nadie sabe cómo funciona -por otro lado, muchos de nosotros no sabemos cómo funciona un automóvil o una computadora por dentro, pero aún así somos capaces de usarlos-. En realidad, la única razón de peso para no experimentar algún tipo de opción que pudiera mejorar tu salud es no creer en ella. Un segundo problema de la hipnosis es que la falta de evidencias científicas de sus métodos y logros hace difícil regular la profesión, por lo que encontrar un buen hipnotista puede ser una fuente de estrés en sí misma…
6. Conoce tu propósito
Conocer el propósito de nuestra vida y vivirla de acuerdo a él puede ser una experiencia equivalente a volver a nacer. Viktor Frankl probablemente sea uno de los sobrevivientes de un campo de concentración más famosos de la Segunda Guerra Mundial; en su libro El hombre en busca de sentido, Frankl detalla cómo aquellos prisioneros que tenían algo por qué vivir podían mantener la buena actitud y soportar sufrimientos atroces, mientras los que se dan por vencidos frente a las circunstancias tienen más probabilidades de ser derrotados por ellas. Primo Levi, otro famoso sobreviviente de un campo de concentración, afirmó algo similar en Si esto es un hombre.
Según los médicos, en un estudio con 50 pacientes de cáncer en estado avanzado, aquellos con mayor “fe espiritual” respondieron mejor a la quimioterapia y vivieron por más tiempo. De los primeros, más de 40% estaban aún vivos luego de tres años, en comparación con menos del 10% de los que vivían con “poca fe”.
Mucha gente encuentra un “propósito” en la religión: rezar y asistir a la iglesia es algo que, en sí mismo, puede hacer sentir mejor a la gente. Esto puede deberse a la intervención divina o al efecto placebo; en cualquier caso, las emociones positivas asociadas a la espiritualidad promueven respuestas fisiológicas positivas. “Mente sana en cuerpo sano” puede no ser un vago eslógan de gimnasio, sino la relación fructífera y sana entre elementos del ser que, en realidad, están separados artificialmente por el pensamiento dicotómico pero son inseparables uno de otro.
Por Jo Marchant.
domingo, 8 de junio de 2014
MEDITAR
Cada vez más personas meditan y disfrutan de sus beneficios, pero por otro lado pocos entienden cómo es que opera.
Miles de años de observación de la mente coinciden en la metáfora de que la mente es como un mono que cambia de rama constantemente. Actualmente esta intrínseca condición de la mente parece estar potenciada por lo que se ha llamado la “era de la distracción”, en la que la atención está siendo bombardeada por innumerables fragmentos de información que capitalizan captarla.
Estudios como el de la Universidad de Liebig y la Universidad de Harvard, el cual integro años de estudios previos, sugiere que la meditación opera a través de una combinación de mecanismos neurológicos y filosóficos (o de visión de vida). La regulación de la atención y la emoción, la conciencia del cuerpo, y la propia perspectiva del ser rinden una serie de beneficios integrales que logran persistir incluso después de que se suspende su práctica, sugiriendo efectos de neuroplasticidad. Sabemos ya que la meditación ayuda a combatir el estrés, generando neurotransmisores inhibitorios (Gaba, serotonina, oxitocina y dopamina en su aspecto inhibitorio) y paliando la generación de neurotransmisores excitatorios (cortisol, noradrenalina o dopamina en su aspecto excitatorio).
Revitalízate con solo un minuto de meditación, enfocar el pensamiento en tu ciclo respiratorio mantendrá tu mente menos dispersa. Está comprobado que la meditación aumenta las conexiones neuronales en áreas cerebrales relacionadas con la regulación del estado de ánimo, el comportamiento y la toma de decisiones. Vivir meditando es posible, y según múltiples indicadores, podría ser la mejor forma de hacerlo.
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