domingo, 8 de junio de 2014


MEDITAR

Cada vez más personas meditan y disfrutan de sus beneficios, pero por otro lado pocos entienden cómo es que opera.

 Miles de años de observación de la mente coinciden en la metáfora de que la mente es como un mono que cambia de rama constantemente. Actualmente esta intrínseca condición de la mente parece estar potenciada por lo que se ha llamado la “era de la distracción”, en la que la atención está siendo bombardeada por innumerables fragmentos de información que capitalizan captarla.

Estudios como el de la Universidad de Liebig y la Universidad de Harvard, el cual integro años de estudios previos, sugiere que la meditación opera a través de una combinación de mecanismos neurológicos y filosóficos (o de visión de vida). La regulación de la atención y la emoción, la conciencia del cuerpo, y la propia perspectiva del ser rinden una serie de beneficios integrales que logran persistir incluso después de que se suspende su práctica, sugiriendo efectos de neuroplasticidad. Sabemos ya que la meditación  ayuda a combatir el estrés, generando neurotransmisores inhibitorios (Gaba, serotonina, oxitocina y dopamina en su aspecto inhibitorio) y paliando la generación de neurotransmisores excitatorios (cortisol, noradrenalina o dopamina en su aspecto excitatorio).

Revitalízate con solo un minuto de meditación, enfocar el pensamiento en tu ciclo respiratorio mantendrá tu mente menos dispersa. Está comprobado que la meditación aumenta las conexiones neuronales en áreas cerebrales relacionadas con la regulación del estado de ánimo, el comportamiento y la toma de decisiones. Vivir meditando es posible, y según múltiples indicadores, podría ser la mejor forma de hacerlo.

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